viernes, 18 de noviembre de 2011

Memoria histórica

Una gran parte de los asesinatos que se planificaron por los militares sublevados y que se cometieron en Cala y sobre gente de Cala siguen sin estar siquiera registrados como fallecimientos. El franquismo consiguió borrar la memoria de la vida y la muerte de esta gente, simplemente no existieron. Pero al mismo tiempo consiguió grabar a fuego el terror en la gente que sobrevivió. ¡Cuantas veces hemos oído de nuestros mayores aquello de "hijo no te señales"! Nos hemos burlado de ellos con la suficiencia que nos da el haber vivido la mayor parte de nuestra vida en democracia y en una sociedad más o menos justa. Yo creo que visto con perspectiva, tenemos que reconocer que ese miedo tiene un fundamento escrito con la sangre de mucha gente, con asesinatos que se hicieron a la luz del día. Con el dolor, la rabia y la impotencia de muchos padres, hijos, hermanos, amigos y vecinos que veían lo que hacían a sus seres queridos.

No debe extrañarnos que la gente buscase justificaciones, la mente tiene extraños recovecos. ¿Cómo iban a hacer algo así a gente que no había hecho nada? Para poder seguir viviendo en el régimen franquista y poder levantarse todas las mañanas fue necesario que muchos supervivientes pensaran que algo habrían hecho todos estos desafortunados que yacían en La Parrilla y aún hoy en fosas ilegales en el Cementerio de Cala. "Algo habrán hecho". Doble asesinato. No sólo los mataron, sino que muchas veces alentaron la infamia sobre sus nombres.

Su fallecimiento no figura en los registros. Sus restos descansan en fosas comunes, en enterramientos ilegales o, en el mejor de los casos, en un ataúd colectivo. En efecto, cuando llegó el primer ayuntamiento democrático a Cala en 1979, una de las primeras cosas que se hizo fue rescatar los restos de los fusilados de La Parrilla. La Parrilla figura como una ignominia, como un tabú en la memoria colectiva de Cala. Los restos se llevaron al cementerio y se agruparon en dos féretros, uno para mujeres y otro para varones y se depositaron en un lugar que pretende homenajear a "todos los caídos por España". Fue una acción valiente, pero hoy se dan las condiciones para ir un poco más lejos porque:

1. Algunos restos todavía yacen en fosas comunes y enterramientos individuales ilegales en el propio cementerio, si es que no se han exhumado ilegalmente.

2. Los restos que se sacaron de La Parrilla no fueron identificados y todavía hoy no se ha publicado la relación completa de asesinados. Habría que identificar a todos los muertos y la causa (asesinado o caído en combate). Aquí también debería incluirse aquellos que murieron lejos de Cala y cuyos restos será muy difícil encontrar.

3. Finalmente, nadie cayó por España, sino que la mayoría fueron asesinados de la manera más vil y otros simplemente fueron obligados a batallar en una guerra absurda que no era la suya. Sería mucho más adecuado homenajear tanto a los asesinados en este particular genocidio como a los caídos en la Guerra Civil.

(Este texto ya lo publiqué hace un tiempo, pero estoy tratando de organizar un poco el blog)

domingo, 9 de septiembre de 2007

Antecedentes de la minería en Cala

Una pequeña villa agrícola de principios del siglo XIX, de 663 habitantes en 1826 ("Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal" de Sebastián de Miñano y Bedoya - 1826) crecería espectacularmente a finales del siglo XIX y durante el siglo XX por la explotación de las minas. En 1925 las Minas de Cala tenían por sí solas 1.423 habitantes ("Novísima Guía de España y Portugal" 1925), más que la población actual de Cala. La evolución de la población en Cala ha sido la siguiente (según el Instituto de Estadística de Andalucía):




Esto nos da una idea del impacto que las minas han tenido en la vida de Cala. ¿Pero desde cuándo se explotan las diferentes minas de Cala? Aunque hay indicios de explotaciones romanas, esta actividad languideció y las minas cayeron en el olvido, encontrando una nueva época de florecimiento que comienza a finales del siglo XIX.

Aunque he encontrado una referencia a un tal Domingo de Usarte, vecino de la villa de Cala, que el 31 de diciembre de 1688 era nombrado factor general de las Minas de Guadalcanal ("Noticias histórica documentada de las célebres minas de Guadalcanal", publicado por Tomás González en 1831), no tengo noticias de que esto tenga relación con actividad minera en Cala.

Tampoco en 1751 se puede encontrar alguna referencia a actividad minera de ninguna índole en el Catastro de Ensenada. Tampoco la hay en 1835 en la "Estadística de España", de Alexandre Moreau de Jonnès (traducido por Pascual Madoz). Tampoco hay noticia a la actividad minera en el diccionario de Madoz (1847) donde se describe la realidad de una pequeña villa agrícola en la que “sobre un terreno áspero y bañado por el río Cala, se crían encinas y alcornoques que sirven para leña, hay producciones de grano de todas clases, bellota y aceite; hay cría de ganado cabrío, vacuno y cerdos; caza de conejos, perdices y muchos lobos”.

Todo indica así que hasta finales del siglo XIX no recomienza la actividad minera en Cala, cerrándose así el largo paréntesis abierto desde la época romana. De nuevo tendrá que ser el ingenio "forastero" el que descubra el valor de las minas de Cala. Serán portugueses, ingleses, alemanes y finalmente vascos los que exploten el potencial minero de Cala.

The Cala Mines Syndicate Limited

La explotación pasó después a manos de una empresa inglesa, The Cala Mines Syndicate Limited, que comenzó a considerar la explotación del hierro. Esta empresa estaba domiciliada en Manchester y finalmente el 17 de agosto de 1900 vendió sus derechos en el Coto Minero de Cala a Martínez de Rodas, en representación de la S.A. Minas de Cala, que está en formación. El acuerdo consiste en que los propietarios de la empresa inglesa recibirán a cambio 7.200 acciones de las 30.000 que representan el capital social de la nueva empresa.

Es decir, el Coto Minero se valora en 3,6 millones de pesetas y las aportaciones de los restantes socios, 11.400.000 pesetas, servirán para poner en marcha la explotación del hierro y construir el ferrocarril que tan importante resultaba para la rentabilidad de la explotación del hierro de Cala.

Companhia Portugueza das Minas de Cala

De acuerdo con García, García y Calvo (2003), este resurgimiento de las Minas de Cala está protagonizado por una compañía portuguesa que impulsa la explotación del cobre en Minas de Cala, abriendo dos galerias y montando una fundición para los mismos. La galería principal se llamaba socavón "La Domineza" y se situaba 80 metros por debajo de las galerías romanas. Las leyes de cobre alcanzaron el 7% y el 8%.

Hay que tener en cuenta que en 1847 el diccionario de Madoz no dice nada acerca de minas, mientras que en 1881 se constituye esta empresa. No tengo datos de qué ocurre durante este tiempo. Tampoco he conseguido mayores datos de esta empresa, que supuestamente terminó vendiendo la mina a una compañía inglesa de la que se habla más abajo.



Esta figura reproduce una acción de la Companhia Portugueza das Minas de Cala, de 1881. El capital total de la empresa era de 900.000 reales portugueses.

Lo que sí es seguro es que la compañía portuguesa, que comenzó explotando el cobre, en algún momento se tuvo que enfrentar a la inviabilidad de explotar exclusivamente el cobre, mientras que ante la explotación del hierro se levantaba el infranqueable muro del coste de su transporte, el eterno problema de las Minas de Cala. Es decir, había un importante filón de hierro pero el coste de su transporte hasta las fundiciones hacía inviable económicamente su explotación. Habrían de ser los vascos los que lo solucionasen mediante la audaz construcción del ferrocarril.

Sociedad Anónima Minas de Cala: constitución

En 1900 las minas pasan a manos de empresarios vizcaínos liderados por D. Francisco Martínez Rodas, Conde de Rodas. El 31 de agosto de 1900 se constituye la S.A. Minas de Cala.

Hay que recordar que un elemento central del proyecto lo constituye la construcción de un ferrocarril de unos 100 kilómetros entre las minas y San Juan de Aznalfarache, donde se embarcaba el mineral rumbo a las fundiciones vizcaínas.

El Presidente de la nueva Sociedad Anónima Minas de Cala era D. Francisco Martínez Rodas, Conde de Rodas, Diputado por Marquina y Senador por Vizcaya y Huesca,también de Santander. Presidente de otras compañías como las Compañias Marítimas Unión y Rodas; Compañía Remolcadores Bilbaínos, Compañias Marítimas Cantabria y Actividad; Asociación de Navieros de Bilbao y de la Liga Marítima Vizcaína; Ferrocarril de Bilbao a Lezama; Sociedad de Seguros y Banca La Aurora; Sociedad de Banca y Seguros El Día, de Cartagena; Sociedad General de Centrales Eléctricas.



Poseía el Conde de Rodas en 1901 1.682 acciones de la S.A. Minas de Cala (más del 5%), siendo así junto con Pedro Laiseca el mayor accionista. Más información del primer Presidente de la S.A. Minas de Cala se puede encontrar en el blog: http://vidamaritima.blogspot.com/2007/09/d-francisco-martinez-rodas.html.

Como curiosidad, indicar que la única hija de Francisco Martínez Rodas fue Emilia Martínez Arana (aunque parece que en algún momento adoptó los dos apellidos de su padre y pasó a ser Emilia Martínez-Rodas Arana), quien contrajo matrimonio con Enrique Areilza. Su hijo José María de Areilza y Martínez-Rodas intervino activamente en la fusión de Falange y las JONS en los años 30 y fue nombrado alcalde de Bilbao tras la ocupación franquista. Fue Ministro de Industria entre 1939 y 1940. Luego desempeñó actividades diplomáticas y en 1975 estuvo en el gobierno de Arias Navarro. Fue también uno de los fundadores del PP. El Conde de Rodas actual es José María de Areilza Carvajal, nieto de José María de Areilza y Martínez Rodas y, por tanto, tataranieto del fundador de la S.A. Minas de Cala.

Volviendo a las Minas de Cala, la puesta en marcha del ferrocarril permitió que en 1907 se embarcaran 133.307 Tm de hierro, mientras que en 1910 este ferrocarril llegó a trasnportar un total de 236.186 Tm. de mineral procedente de Minas de Cala. En 1907 una nota del Senador y Presidente de la S.A. Minas de Cala, Francisco Martínez Rodas, indica que Minas de Cala decía pagar en impuestos al gobierno un total 249.991,59 pesetas.

Artículo sobre la Historia de las Minas de Cala: García, M.; García, G. y Calvo, M. "Minas de Cala: El hierro con cobre", Bocamina. Nº 12, octubre 2003. Disponible en Internet: http://www.bocamina.com/esp/n12/cala.pdf

Más extensa es la información que proporcionan los Cuadernos de Archivo del Archivo Histórico del Banco Bilbao Vizcaya (Año III/Número 27/Abril de 1995) sobre el nacimiento de la Sociedad Anónima Minas de Cala.

En 1921 la sede de la S.A. Minas de Cala estaba en Bilbato, c/. Estación, 5 . En 2007 la S.A. Minas de Cala sigue existiendo y tiene domicilio social en la calle Bailén, 9 de Bilbao, siendo el Presidente de su Consejo de Administración D. Felipe García Alonso.

Ferrocarril Minero Cala-San Juan de Aznalfarache


La construcción del ferrocarril costo más de 110.000 pesetas por kilómetro construido. Además, contaba con un parque móvil de 7 locomotoras grandes, 3 pequeñas, 1 coche salón, 4 coches mixtos de 1ª y 2ª, 8 coches de 3ª clase, 4 furgones, 26 vagones cerrados, 6 vagones jaula, 32 vagones cuna, 25 vagones plataforma y 231 vagones tipping y 1 vagon constraste. Todo se construyó con fondos propios de la Sociedad Minas de Cala, excepto dos millones prestados por el Crédito de la Unión Minera, de Bilbao. En 1910 la S.A. Minas de Cala aprobó la construcción de un ramal a Minas del Teuler, cuyos 18 nuevos kilómetros hasta Zufre fueron inaugurados el 25 de julio de 1913.

Todo indica que la locomotora que se reproduce aquí, llamada "El Teuler" 0-2-0 WT de 700 mm de ancho, fabricada en 1911 por Orenstein & Koppel, con el nº 4.211, debió utilizarse en el ferrocarril de la Mina Coto Teuler. De propiedad particular, está situada en Villalba de los Alcores-Finca Matallana (León)

Información obtenida de http://es.geocities.com/trenesdehuelva/cala.htm

Información relativa a San Juan de Aznalfarache: http://es.geocities.com/sjaznalfarache/130mir-a.htm

Otras minas en Cala


Pero las Minas de Cala no eran las únicas. También entre finales del siglo XIX y principios del XX existían explotaciones en el Mina del Teuler y en la Mina de la Sultana.

Aquí se reproduce una acción del Capital Social de Coto Teuler, Sociedad Anónima. Esta acción tiene un valor de 500 pesetas, siendo el capital social total de la compañía de 3.000.000 pesetas. Figura que la sociedad se constituyó en Bilbao el 12 de agosto de 1911.

Ricardo Gandarías y Durañona, industrial y abogado vizcaíno, fue Presidente de esta sociedad. Murió en Bilbao el 8 de agosto de 1918 (www.euskomedia.org). Otro miembro del Consejo de Administración de esta empresa fue José María San Martín Allende.

Para los interesados, hay muchas acciones de esta empresa a la venta en lugares especializados en coleccionismo. Por ejemplo, la acción se puede comprar en http://www.accionesantiguas.com/pvasco.html.

La cuestión obrera

De modo similar a como ocurrió en otras zonas de Huelva, el crecimiento de las explotaciones mineras supuso un notable incremento de la población de Cala. Los mineros probablemente tuvieran mejores condiciones económicas, entrar en la mina era una bendición.

Sin embargo, las explotaciones mineras no daban empleo a todos los hombre de Cala (el empleo en las minas era una cosa masculina en la época). Para quien no entraba en la mina, quedaba el trabajo de jornalero en el campo, un jornal irregular, por temporadas, una vida miserable y llena de privaciones. Desde pequeños los niños se les utilizaba para tareas auxiliares en el campo, como cuidar de los cerdos ("guardar guarros" en el lenguaje local) y normalmente no acudían a la escuela. Ya poco después de inaugurar las nuevas escuelas, el Presidente del Consejo Escolar D. Luis Encinas (médico de Cala) constataba que cuatrocientos niños quedaban sin recibir enseñanza primaria, calificándolo como "triste situación de la infancia" de Cala. No es para menos.

En esta situación social, los sindicatos devuelven la dignidad a muchos obreros de Cala. La central anarquista Confederacion Nacional del Trabajo (CNT) es la que mayores apoyos concitaba en Cala, con el liderazgo de José Hermoso Picón. La Unión General de Trabajadores (UGT) también tenía sus seguidores, pero menos, bajo el liderazgo de Genaro Bernal. Ambos sindicatos conviven pacíficamente, incluso comparten local en la casa de Virginia, a la derecha de la Casa de Riscos.

Partidos como el PSOE y la [Unión Republicana] tenían menos seguimiento en Cala porque el predicamente ácrata de la CNT les impedía "participar en política", lo que no impedía que el alcalde de Cala, Teodosio Riscos, fuese persona querida por todos. Propietario del mejor comercio de Cala, Casa de Riscos, en el edificio que ha sido sede del ayuntamiento hasta 2008 en la avenida de Andalucía, fiaba y abría cuentas a la gente de Cala, algo muy apreciado dada las maltrechas economías domésticas. Y aun encontraba tiempo para trabajar por el ideal republicano de progreso. Persona culta luchó por llevar el teléfono a Cala, por hacer que se construyesen las escuelas en la actual sede del Ayuntamiento de Cala, donde muchas generaciones de calenses hemos aprendido nuestas primeras letras, por alimentar al pueblo de Cala e incluso por construir una biblioteca pública para Cala, proyecto que se vio truncado por la rebelión fascista.

Partícipes de este proyecto eran Arturo Puntas Vela (maestro), Carlos Encinas González (médico) y Julio Abril (practicante). Arturo Puntas Vela era un buen deportista, jugaba muy bien al futbol y era apreciado por los chavales. Preocupado por la situación de la infancia, solicitó activamente ayudas para la cantina escolar. Podemos imaginar la importancia de la cantina para los niños, dada la situación social de Cala. Probablemente la cantina haría que muchos niños acudiesen a la escuela. Arturo Puntas Vela era natural de [Ayamonte o Guillena] y aunque no sufrió la represión fascista, sugún algunas fuentes, su hermano sí fue asesinado. [En Guillena aparece Hipólito Puntas Ciudad en la web TLN] Tras dejar Cala con la guerra civil, no sabemos los avatares que sufrió [en el AGC figura en un expediente su solicitud a Martínez Barrio para la cantina de Cala], pero parece que años después siguió dando rienda suelta a su pasión por el deporte dirigiendo equipos de fútbol en Huelva y en Rota. Parece que fue presidente de la U.D. Roteña y actualmente el estado del Rota lleva el nombre de Arturo Puntas Vela. ¿Qué habría sido del deporte de Cala si Arturo hubiera podido continuar su labor?

Carlos Encinas González fue hermano menor del también médico de Cala Luis Encinas González, que vivió en la calle Real, en la casa donde hoy está el Hostal La Muralla. Carlos Encinas también compartió el ideal republicano y participó activamente en proyectos como la biblioteca municipal. Arturo Puntas y Carlos Encinas formaban parte de la Junta para la Biblioteca Municipal que se acordó crear el 9 de abril de 1936. Desgraciadamente el proyecto de biblioteca municipal se truncó durante más de 60 años.

Julio Abril también participó de estos ideales de progreso y tuvo que huir de Cala junto a Teodosio Riscos y Carlos Encinas ante el avance de las tropas fascistas.

Según recoge Ordóñez (1968), el recuento que el párroco Juan Chaves Molina hace en 1932 de la situación de la religión en Cala es indicativo de la progresivca secularización de la vida civil en Cala. Indica el párroco que en 1932 sólo cuatro hombres oían misa y sólo las mozas cumplían en un treinta por ciento, que casi nadie recibía los últimos sacramentos antes de morir y que todos los afiliados de los partidos socialistas se enterraban civilmente. Además, en 1932 se celebraron diez matrimonios civiles. Decía el párroco que no se leía ningún periódico católico, sino que todos los periódicos que se leían eran "impíos" y que existían un centro socialista y otro "comunista" (debe entenderse que este centro sería anarquista, porque no había organizaciones comunistas en Cala en la época y el propio Partido Comunista era muy minoritario en la España de 1932).

Referencias:
Ordóñez Márquez, J. (1968), La apostasía de las masas y la persecución religiosa en la provincia de Huelva: 1931-1936, Universidad Pontificia de Salamanca - CSIC

Proclamación de la Segunda República

El 28 de enero de 1930 el dictador Primo de Rivera presenta su dimisión ante el rey Alfonso XIII. Ese mismo día, Alfonso XIII encarga formar nuevo gobierno, pero ya es imposible volver a los partidos políticos de la Restauración (conservador y liberal) porque el sistema anterior ya ha sido superado. España tiene en ese momento casi 24 millones de habitantes y ha experimentado un crecimiento económico y un desarrollo industrial notable en las tres primeras décadas del siglo, si bien éste ha sido asimétrico, permaneciendo atrasadas algunas partes del país (donde podemos situar a Cala) y beneficiando menos a algunas clases sociales (desde luego jornaleros y mineros no son los más favorecidos). Además, en esos momentos existe una crisis económica internacional que también afecta a España; a esto se añade en Cala el declive del monocultivo minero. Podemos suponer que Cala, que había experimentado un desarrollo industrial tremendo (basado en la minería y el ferrocarril), sufrió especialmente la crisis de los treinta.

Esta era la situación de Cala en enero de 1930.

El cambio político se trasladó al nivel municipal y en Cala fueron designados nuevos concejales, que se reunieron en pleno el 26 de febrero de 1930, bajo la presidendia del alcalde anterior (D. Francisco Vita Romero) resultando elegido nuevo alcalde D. Teodosio Riscos Ortín. Recordemos pues que este cambio se produce todavía bajo el reinado de Alfonso XIII, en un periodo caracterizado por la indefinición y el auge de los que defienden la necesidad de una Republica y rechazan una monarquía que se ha sostenido sobre un dictador. Destacados intelectuales como Unamuno (que vuelve del exilio) y Ortega y Gasset se manifiestan inequivocamente en este sentido. Los ediles de Cala son a partir del 26 de febrero de 1930 los siguientes:

Teodosio Riscos Ortín (alcalde)
Nemesio Vázquez Marín (teniente alcalde)
Francisco González Valero
Manuel Vázquez García
David Escobar Delgado
Emilio Domínguez Ramos
Antonio Manzano
Teodosio Díaz González
Ramón Ortega Marín (renuncia 17/3/30)
Arturo Tejada García (toma posesión 17/3/30)
Gregorio Domínguez Pizarro (toma posesión 17/3/30)
Laureano Márquez Vázquez (toma posesión 17/3/30)

Transcurrido un año, el 12 de abril de 1931 se celebran elecciones municipales que se han transformado en un plebiscito a la Monarquía. Los monárquicos ganan el medio rural y los republicanos ganan en las ciudades. El cómputo global favorece a los monárquicos, pero la victoria en las ciudades precipita la proclamación de la Segunda República por medios pacíficos el 14 de abril de 1931. No conozco con exactitud los resultados que se produjeron en Cala.

En estas circunstancias, el 15/4/31 los ediles del ayuntamiento de Cala deciden poner sus cargos a disposición de Pelayo Abril Jara, Jefe del Comité Local Republicano de Cala, a quien se ha convocado a dicho pleno. D. Pelayo manifiesta que de ningún modo puede aceptar el ofrecimiento de sus cargos. D. Pelayo Abril Jara era un empresario dueño de la sala de cine situada en la actual plaza de la Fuente del Moro. También dio nombre a la curva más cerrada del pueblo (la "Revuelta de Pelayo") porque vivía en la actual Avda. Andalucía, 3.

El 19 de abril de 1931 ya se reunen los ediles designados por las nuevas autoridades republicanas, que ratifican a D. Teodosio Riscos Ortín como alcalde de Cala. Los nuevos ediles son los siguientes:

Teodosio Riscos Ortín (alcalde)
Nemesio Vázquez Marín (primer teniente alcalde)
José Hermoso Pecellín (segundo teniente alcalde)
Antonio Morales Acedo
Ramón Marín Pulido
Francisco García Báez
Dionisio Ramos Florindo
Joaquín Delgado Torres
Laureano Márquez Vázquez
Tomás Corrales Boza
Miguel Abril Moya

Teodosio Riscos

Don Teodosio Riscos Ortín
(artículo publicado en la Revista de Fiestas de Cala 2007)


Ya hace unos años que visité en Madrid una exposición en la Residencia de Estudiantes titulada “Un Siglo de Ciencia en España” en la que, junto a hechos de insignes figuras como las de D. Santiago Ramón y Cajal, D. Severo Ochoa o D. Juan Negrín, se exponían algunos frutos de la investigación científica española durante las primeras décadas del siglo XX. Tras la Guerra Civil y la dictadura fascista, muchos investigadores e intelectuales demócratas (no necesariamente de izquierdas) sufrieron la represión y el exilio, lo que provocó un retraso de la ciencia en España del que apenas hoy estamos saliendo.

Todo esto viene a mi mente cuando pienso en la destacada figura de Don Teodosio Riscos Ortín, Alcalde de Cala entre 1930 y 1936, hoy injustamente olvidado. Partícipe de aquel movimiento reformador que, con altibajos, engloba de la Restauración a la República, Don Teodosio fue Alcalde de Cala antes y durante la República. Don Teodosio fue un firme impulsor del ideal de elevación del nivel moral, intelectual y económico de la Patria, como se decía durante la Segunda República. Además de su preocupación por la condición social de los trabajadores, D. Teodosio fue el alcalde que trajo el teléfono a Cala y que impulsó la construcción de las escuelas.

También fue Don Teodosio impulsor de una biblioteca pública, constituyéndose el 14 de mayo de 1936 una junta para la creación de la Biblioteca Municipal integrada por los ediles D. Pedro Rodríguez Santos y D. Domingo Hermoso Pecellín, así como por el médico D. Carlos Encinas González y por el maestro D. Arturo Puntas Vela; proyecto éste que desgraciadamente abortaron los que prefirieron empuñar las armas antes que los libros.

Como la ciencia en España, hemos recuperado la Biblioteca Pública de Cala con décadas de retraso. Casi setenta años. Ahí es nada.

Pero volvamos al principio. Al finalizar la Dictadura de Primo de Rivera, D. Teodosio Riscos fue elegido Alcalde de la Villa de Cala el 26 de febrero de 1930 y confirmado en su cargo al proclamarse la Segunda República un año después. Regentaba D. Teodosio un comercio donde hoy se encuentra el Ayuntamiento de Cala y, según cuentan nuestros mayores, era persona querida en Cala. Las Actas de Plenos del Ayuntamiento revelan que, entre sus primeras preocupaciones, estuvieron llevar el teléfono a Cala y la construcción de las escuelas.

Después de reunirse en Sevilla D. Teodosio y D. Nemesio Vázquez (primer teniente de Alcalde) con el Director de la Compañía Telefónica Nacional, el Ayuntamiento de la Villa de Cala acordó el 3 de abril de 1930 facilitar la concesión del teléfono a Cala otorgando

en concepto de ayuda a la citada compañía para la instalación del servicio telefónico en este pueblo los medios siguientes:

1º. Casa en lugar y condiciones adecuadas para la instalación de los servicios, así como luz por un tiempo no menor de diez años.

2º. Transporte del material, desde la estación férrea a pié de obra.

3º. Cinco peones diarios por el tiempo que duren los trabajos de instalación.

4º. La cantidad de seis mil pesetas para ayuda de los gastos de instalación.” (Actas, folio 78)

Pero la educación de los niños fue la principal preocupación de D. Teodosio. El 3 de abril de 1930 la Corporación también se comprometió a sufragar todos los gastos que originasen los proyectos, planos y construcción de una nueva escuela unitaria para niños, si bien se consideró que un presupuesto de 105.699,25 pesetas era exagerado, habida cuenta de los precios de los jornales y materiales que regían en Cala. Este grupo escolar constaría de cuatro escuelas unitarias, dos para niños y dos para niñas, con casa habitación para cada uno de los respectivos maestros. El 26 de abril de 1930 se decide modificar el proyecto inicial, por estimarse que el lugar destinado inicialmente para el grupo escolar no reunía

las condiciones necesarias de capacidad y ventilación, aparte de constituir un constante y grave peligro para los niños, a consecuencia del tránsito de automóviles, ya que los edificios habrían de colindar con la carretera de Santa Olalla a Fregenal de la Sierra”(Actas, folio 82)


El grupo escolar fue finalmente construido en los terrenos enclavados en el sitio denominado “La Noria” e inaugurado el 29 de marzo de 1933 con un obsequio para los niños de las escuelas y con un refresco para los presentes. Pero rápidamente se constató la insuficiencia de las escuelas: transcurridos unos meses de la inauguración, el Presidente del Consejo Escolar de Cala informaba al Alcalde:

Verificado un detenido estudio de la población escolar de esta villa, así como también de la matrícula existente en estas Escuelas Nacionales resulta quedan sin recibir la enseñanza primaria un número aproximado de cuatrocientos niños. Ante la triste situación de la niñez de Cala castigada a no recibir los más elementales principios de educación e instrucción, el Consejo local de mi presidencia ha acordado solicitar del Ayuntamiento de su digna dirección la rápida creación de dos escuelas unitarias (una de cada sexo), con lo cual nos daría una nueva prueba de lo mucho que se interesa por elevar el nivel cultural de este noble pueblo”(Actas, folio 45)

Aquellas escuelas están hoy en proceso de reforma para uso del Ayuntamiento. Dicen que aquellos pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla. Por ello me gustaría, desde estas líneas, proponer que el edificio reformado reciba el nombre de la persona que más contribuyó a la construcción de las escuelas en las que generaciones de calenses hemos aprendido nuestras primeras letras. Creo además que, de este modo, no sólo homenajeamos a un personaje ilustre sino también a la educación y la cultura.

Es de justicia.

Elecciones de febrero de 1936

En febrero de 1936 se vuelven a producir elecciones en las que triunfa el Frente Popular, una coalición de izquierdas. Según recoge Ordóñez (1968) las elecciones dieron en Cala el triunfo al Frente Popular, obteniendo los partidos de izquierda unos 800 votos, en tanto que la coalición de derechas apenas llegó a los 250 votos. Ordóñez comenta con desazón que Cala fue uno de los pueblos que contribuyó proporcionalmente en mayor medida al triunfo del Frente Popular.

El 22 de febrero se produce el consiguiente cambio en la corporación municipal de Cala, en la que se vuelve a ratificar a D. Teodosio Riscos Ortín como alcalde de Cala. Los ediles son los siguientes:

Teodosio Riscos Ortín (alcalde)
Francisco Hernández González (primer teniente alcalde)
Andrés Jiménez Lavado (segundo teniente alcalde)
César Gil Moya
Ángel Gómez Rasero
Pedro Rodríguez Santos
Domingo Hermoso Pecellín
José Delgado Pérez
Teodosio Díaz González
Víctor Martín Lobo
Alberto Sancho Carmona